domingo, 18 de septiembre de 2011

¿Por qué Histórica?

Ultimamente he visto publicadas varias autoras españolas de romántica contemporánea. No leo contemporánea foránea, pero sí he leído el libro de varias de ellas, porque ya el sólo hecho de ser capaz de publicar romántica española me parece un enorme mérito. Sin embargo, reconociendo el gran mérito que tienen, no acaba de "llegarme al alma".


Y es que lo mío es la romántica histórica. No he sido capaz de entender realmente qué encuentro de fascinante en épocas que, siendo realistas, eran de todo menos románticas. A pesar de lo que solía decir un amigo mío, el mundo nunca ha estado mejor que ahora, por mal que sintamos que está. La Edad Media o el período de la Regencia fueron indudablemente más duros, globalmente considerados, que la época en que vivimos. Simplemente, con pensar que aún no existía la anestesia... buff...


Pero aún así, encuentro en los libros ambientados en esas épocas algo que no me aporta el género contemporáneo. Supongo que la fascinación por el pasado no deja de ser consustancial al ser humano: saber de dónde venimos ayuda a comprender lo que somos, o por qué lo somos. Y una novela histórica bien ambientada consigue que la evasión sea especialmente placentera.


Si he sido -y soy- una lectora cuasicompulsiva de histórica (no sólo romántica), sobre todo la relacionada con determinadas figuras femeninas -Isabel la Católica, su hija Juana, la princesa de Eboli o la inglesa reina Victoria-, que como escritora me ciñera a este género era casi inevitable. Pero la escritura histórica me ha resultado más apasionante aún que la lectura. La labor de documentación que una novela histórica requiere me lleva a leer y leer escritos, papeles, libros excelentes que de otra manera no habría llegado a conocer.


Ayer, en plena documentación de mi segunda novela, tuve el placer de leer las cartas que Napoleón enviara a su hermano José Bonaparte de julio a septiembre de 1808. La única pega fue que mi francés es tan básico que avancé muy, pero que muy lentamente. Pero vislumbrar la manera en que ese hombre controlaba todos y cada uno de los pasos que obligaba a dar a los actores de su guión, por muy hermanos que fueran, el control de los más mínimos detalles de sus planes, fue realmente impactante.


Adoro la etapa de documentación de las novelas.

El camino del que conoces el comienzo, pero no el final...